La línea que no debe traspasarse en el deporte

El puñetazo de Federico Valverde a Alejandro Baena tras el partido que disputaron Real Madrid Club de Fútbol y Villarreal Club de Fútbol ha dado la vuelta al mundo y ha generado un sinfín de comentarios y opiniones con cada información que salía.

Si bien, al principio se contaba que la agresión estaba motivada por los lances de un partido intenso como el que habían disputado ambos equipos, horas después salía a la luz que Baena había proferido en un duelo anterior unas palabras hirientes a Valverde acerca de la salud de su hijo.

Todo esto ha degenerado en un cruce de acusaciones, amenazas y denuncias a la Policía Nacional en un acto que, primero, no debería haber sucedido y, segundo, se ha ido de las manos por ambas partes.

Vuelve a ponerse de manifiesto que el deporte se está radicalizando. La violencia no está justificada en ninguno de los casos, ni dentro de la práctica deportiva ni fuera de ella. La agresión de Federico Valverde a Alejandro Baena no debería haber sucedido, y, ni mucho menos, deberá seguir sucediendo en el deporte… Y no sólo en el fútbol.

Podemos entrar en territorio moral y justificar al jugador del Real Madrid, apuntando a esas supuestas declaraciones sobre la posible muerte del hijo de Valverde, pero eso no libera al futbolista de la culpa. Todos queremos la violencia fuera del deporte.

Y no sólo la violencia física. Desde que Valverde y su mujer, Mina Bonino, sacaron un comunicado señalando a Baena por esos comentarios fuera de tono como aliciente de la agresión, el jugador del Villarreal y su familia han sufrido el acoso en redes sociales de los seguidores del club madrileño. Algo que, claramente, también queremos fuera del deporte.

El deporte se ha convertido en un circo, en un espectáculo mediático cada vez más similar al circo romano en el que público decreta si ha sido de su gusto o no la actuación de los deportistas. Y, por desgracia, la tendencia indica que el morbo, las agresiones y las faltas de respeto se han puesto a la orden del día.

Esto lo tenemos que erradicar. No quiero yo decir que ese condimento picante no le quede bien al plato, pero, a día de hoy, hemos volcado el bote entero y se ha convertido la comida en algo prácticamente incomible.

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